domingo, 5 de octubre de 2014

CUANDO EL RÍO NEVERÍ INUNDÓ EL BARRIO



Fue en 1970, el 22 de julio. La noche anterior a este acontecimiento se veía en el cielo, muy alto, una especie de forma rojiza en forma de cruz; algunos lo recuerdan, otros no. Un amigo cercano a este cronista relata que sí lo vio y que parecía una cosa como de fuego, pero apenas perceptible.

Aunque el río Neverí (el cual atraviesa Barcelona) está muy lejos del barrio Guamachito, era una vía fácil para que fuera afectado por el fenómeno, puesto que un arroyo, preveniente de la zona del Turimiquire (donde nace el río) pasaba por lo que llamaríamos su patio trasero. En los días previos, en pleno invierno, había llovido mucho en las montañas del Turimiquire y la gran cantidad de agua que descendió de los cerros aumentó el nivel del río así como de los arroyos y quebradas que dependían de este. Gran parte de la ciudad de Barcelona, principalmente la zona aledaña al curso de agua, quedó inundada. En la madrugada de los hechos, agua en abundancia descendió del Turimiquire anegando sectores como Naricual, Las Minas y El Eneal; fue tan fuerte el torrente que un puente de hierro fue retorcido como si fuera de papel, los sembradíos fueron arrasados y gran cantidad de animales murieron ahogados. El agua llegó a sectores de Guamachito.

Los vecinos más cercanos a la amenaza comenzaron a huir, casi al amanecer, gritando para alertar a los vecinos, diciendo en voz alta “¡Se está metiendo el río, se está metiendo el río!”; en la zona  al final de la calle Inos había una laguna que creció y se metió a las casas; desde lejos se veía a los residente hundidos hasta más arriba de la cintura cargando colchones y otros enseres, buscando auxilio hacia las partes que permanecieron secas. La calle Inos mayormente no se inundó, y los terrenos donde estaban los depósitos del Inos tampoco, así que muchas familias buscaron refugio allí. La emergencia se expandió por casi toda la ciudad. Con el transcurrir de las horas llegó ayuda militar y de Defensa Civil; un helicóptero sobrevolaba por todas partes. Hacia la zona de Los Montones, colindante con Guamachito, existían grandes granjas avícolas, miles de pollos murieron y fueron arrastrados por las aguas. Estos pollos eran recogidos, pelados y asados al estilo “en vara”, pues si bien la situación era de emergencia, la picaresca popular le daba un aire de aventura. Se recuerda que en los terrenos de la compañía Inos, donde se habían aglomerado muchos huyendo de las aguas, la muchachada comenzaba a gritar cada vez que veía un helicóptero, lo hacían más que todo por el peculiar bochinche de la edad; los pilotos, pensando en un incidente donde se precisaba ayuda urgente, volaban la nave en círculo para verificar la situación, y al constatar que no eran más gritos jocosos de la chiquillería proseguían su rumbo a otros lugares.

La inundación fue descendiendo poco a poco. Los vecinos lo observaban guiándose por el nivel acuático en las paredes de las casas inundadas y veían como una mancha húmeda quedaba a medida que el agua descendía, y decían: “Ya está bajando, ya está bajando”.

A raíz de la inundación de Barcelona (murieron unas 52 personas) y en previsión de males futuros, se escogió una zona transversal al río para construir un canal artificial encementado, que sirviera de vía de escape de las aguas en el caso de que el caudal aumentara de nivel. Esa obra se conocería en lo sucesivo como Canal de Alivio.

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